Lombok: Así viví el terremoto

Día 5 de agosto de 2018. Habíamos vuelto de una estupenda y divertida excursión por las tres islas Gilis, buceando y disfrutando a lo grande. Eran las 16:00 horas y nos quedamos en las idílicas instalaciones del hotel donde nos alojábamos descansando y deleitándonos de las vistas y las atenciones a la espera de nuestro masaje en la playa concertado para las 18:00 horas. Nada hacía presagiar el desastre.

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Desde el momento que piso Bali, y con más insistencia cuando llegamos a Lombok , me preocupo y ocupo en averiguar cómo estaba la situación con respecto al terremoto que recientemente había azotado el norte de Lombok. Todo parecía estar bajo control y, por una cuestión de probabilidades, era casi imposible que se repitiera… Subimos a nuestro bungaló después de ese masaje tan especial para prepararnos para la cena. Sonaba la música de un grupo en directo contratado por el capitán de un barco que hacía escala en nuestro hotel, por estar a ras de la playa. Aquí empieza la peor y más dramática experiencia de mi vida.

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Eran las 19:40h de la tarde, el cielo estaba oscuro en Lombok cuando de repente, escuchamos como chasquidos o latigazos con un estruendo imposible de describir que desde muy lejos, llega al tímpano de uno de manera inmediata y aterradora. Casi al mismo tiempo, nuestro bungaló se zimbrea exageradamente y todo ruge y empieza a crujir. Indefensión, impotencia, terror, nervios…  Tengo la intención de meterme debajo de la cama, pero solo acierto a saltar encima de ella y taparme con una almohada. Luis, sin embargo, se mueve agitado y sale a la terraza de nuestra habitación para entrar rápidamente después de ser golpeado fuertemente por cascotes que caen de la pared y del techo.

Fueron 20 segundos de absoluto pánico e impotencia en los que me encomendé a Dios. Que miedo… cesa el movimiento y rápidamente nos ponemos en marcha, ¡vámonos de aquí! Luis aturdido por los golpes tarda en encontrar la puerta de salida. Ya abajo, buscamos un espacio abierto donde estar a salvo y en seguida a todos los que llegamos allí se nos ocurre lo mismo: la ola, la gran ola. Entramos en pánico y arrancamos a correr.

Necesitábamos saber si existía riesgo de tsunami o no, esta información era determinante para seguir corriendo hacia el interior o por el contrario quedarnos quietos en un lugar donde no tuviéramos peligro. Habíamos logrado coger un teléfono de la habitación y poco más, con la fortuna de que la llamada entra y mi hermano nos atiende a la primera poniéndose manos a la obra para averiguar la urgente información. Pasan pocos minutos hasta que suena el teléfono, en principio no hay riesgo de Tsunami, respiramos profundo y decidimos entonces parar de correr y centrarnos en encontrar un descampado donde poder esperar a que amaneciera… a pocos metros hay uno donde ya han acampado unos lugareños y han hecho una hoguera, nos acercamos y nos invitan a quedarnos y a pasar la que para mí sería la noche más larga y horrible de mi vida. Sentimos más de cien réplicas, unas más intensas que otras, y unos con más miedo que otros (yo era de los primeros) y después de cada una miradas que decían: “de esta nos hemos librado…”

Mucha solidaridad la de los lugareños que nos ofrecían agua y una especie de tortitas de arroz (me muero de pena cada vez que pienso que será de ellos..) se acerca el ruido de una moto y oímos como su conductor grita de manera desgarradora y desesperada, nunca supimos por qué aunque todos lo imaginamos…

Aunque fue la noche más larga, fría, terrible también la recordaré siempre como la noche más estrellada de todas mis noches. Nunca vi tantísimas estrellas fugaces y cada una de ellas era un deseo para mí, siempre el mismo,  el que imagináis . De esas horas me quedo con mis estrellas fugaces y el interminable abrazo de Luis que me protegía y arropaba… amanece despacito y decidimos emprender la vuelta al hotel.

Me cuesta ponerme en pie y me tiemblan las piernas  Llegamos al cabo de una media hora, daba pánico entrar en ese hotel que antes fue el paraíso y ahora se me antojaba maldito, debíamos coger por lo menos el pasaporte y el dinero de la caja fuerte del bungaló parcialmente dañado. Fueron segundos de nervios… por fin Luis sale. A los pocos minutos, de nuevo más réplicas y la sicosis del tsunami que nos hace correr otra vez y revivir el miedo feroz.

Decidimos que lo más prudente, después de estar unas 3 horas esperando que el Manager de nuestro hotel organizara nuestro traslado sin éxito alguno, sería llegar hasta la ciudad de Tangdjung donde supuestamente los militares organizaban la evacuación de los turistas en vehículos suyos. ¡Nada más lejos de la realidad!

La llegada a la ciudad fue otra experiencia tremenda para nosotros que creo que nunca podremos olvidar, vimos muy de cerca los estragos del terremoto, la cuidad prácticamente devastada, casas aplastadas, drama y pánico en los semblantes de las personas que caminaban sin rumbo, no imagináis la impotencia y el dolor. El mismo que sentimos cuando al llegar al lugar donde organizaban la evacuación entendimos que no era una iniciativa de los militares, más bien de uno corrupto y de unos pocos locales que iban parando a particulares que circulaban con sus coches, tentándolos con altísimas cifras que repartían a su antojo aprovechándose de la situación de indefensión y terror que teníamos los que llegábamos allí.

Ese fue también el caso de una mujer china con su niña pequeñita a la que sacaron a empujones del coche, que luego nos llevaría a nosotros, porque no disponía de dos millones de rupias y a nosotros no nos quedaba suficiente para asistirla. Entrar en ese coche dejándola a ella atrás y abandonar la isla con su norte destrozado y sus gentes ya sin nada me ahoga…

Ahora estoy en mi país bien y feliz por estar cerquita de los míos, pero parte de mi corazón se quedó en Lombok. Sentimos que hemos escapado del horror abandonando a tanta gente… Que contradicción y sinsentido. El viaje que se suponía más maravilloso se convierte en la experiencia más brutal que jamás he vivido… Ahora necesito un tiempo para entenderlo…

Os envío el beso más grande jamás enviado desde aquí y os pido que veáis las espeluznantes imágenes que recogemos de allí (que nos envía la ONG Balanced World) con la esperanza que os pongáis en la piel de ellos, humildes y generosas personas que han perdido no solo lo poquito q tenían, probablemente también seres queridos (ya van por más de 400 personas fallecidas) y ayudéis en la medida de vuestras posibilidades. A través de esta plataforma es fácil, rápido y fiable: https://www.gofundme.com/ayuda-humanitaria-terremoto-lombok

 

Ojalá mi historia sirva para algo bueno…

Gracias por leerme y por estar.

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