Antes de adentrarnos más en el otoño y empezar a sentir los fresquitos propios, no quería dejar de contaros mi aventura por las islas coralinas del sur de la India. Ha sido un viaje muy especial para mí y diferente por dos motivos fundamentales: primero, el evidente, el destino era irresistiblemente maravilloso, Maldivas y además, probablemente uno de los más bonitos y encantadores atolones de los que tiene el conjunto. El segundo motivo, el personal, difícil de contar pero creo que fácil de entender… hace justo un año que vivía una de las experiencias más tremendas de mi vida, un terremoto en Lombok (Indonesia) que supuso un desastre tremendo y muchos dramas para muchas vidas.
Por este motivo no tenía muy claro cómo iba a reaccionar mi cabecita una vez saliera hacia mi idílico destino, que llegara allí y lo viviera. Tengo que contaros que no podía haber tenido una mejor terapia… Las islas, distribuidas en 26 grandes atolones, que son estructuras de coral separadas por lagunas. La superficie de la República de las Maldivas, compuesta por más de 1.190 islas, abarca una distancia de 820 kilómetros de norte a sur y 120 kilómetros de este a oeste.
La verdad es que me siento muy afortunada por haber vivido, aunque sólo hayan sido unos días, en lo más parecido a como yo siempre he pensado, dibujado y coloreado en mi imaginación mi paraíso.
No puedo dejar de hablaros del hotel en el que nos hospedamos: Constance Halaveli Maldives, un resort de lujo compuesto por 86 villa, 3 restaurantes y un spa. El hotel está situado sobre el atolón North Ari y diseñado con la forma de un dhoni (bote típico de las Maldivas). Un lugar idílico en el que el agua turquesa y la arena blanca contrastan con el verde de la frondosa vegetación.
Es un lujo viajar con NUBA porque tienen la peculiaridad de hacer que cada detalle se convierta en una auténtica experiencia.
Espero que os haya gustado.
Un abrazo a todos